viernes, 17 de junio de 2011

Alguien


Alguien cruza la calle fría y piensa en un recuerdo punzante, encoge los hombros, se abriga las orejas, y deja escapar una lágrima. Lejos, una muchacha levanta la vista y se sumerge en las últimas hojas que se aferran con uñas y dientes a la delgada rama de un viejo árbol. Un estómago resuena en el banco central de una lúgubre plaza, y un pequeño, que se esconde tras su bufanda, le acerca temeroso una bolsa con pan. Una lágrima, tres sonrisas.
Alguien deja todo en un abrazo y se va de viaje, con la mochila cargada de ilusiones y sueños nuevos, y la maleta atiborrada de perfumes de otra época, sonrisas escondidas y cosquillas olvidadas, no deja espacio para el miedo, y sin embargo éste logra aferrarse a la suela del zapato. Dos se encuentran en una esquina, y mientras sus muros los paralizan, entre sus miradas se erige un puente cómplice. Una duda se cae de un bolsillo roto. Una nube se traga al sol.
Un teléfono reproduce una mala noticia, un corazón se estremece, y pronto lo envuelve un abrazo amigo. Un silencio incómodo. Un silencio necesario. Siete palabras sin sentido. Alguien tose y ávidos microbios comienzan su gran hazaña. Un niño llora, y una pequeña le obsequia su chupetín. Un abuelo se sube al subibaja con su nieto, tomando impulso con su bastón. Un viento juguetón se enreda en la cabeza de una muchacha, una rodilla se llena de barro, un codo pequeño se raspa sin sangrar, dos manos se encuentran casi sin querer y se aferran con fuerza.
Alguien sube a un colectivo sin mirar atrás. Se escucha un suspiro, y un ruego se escapa de una boca atea. Lejos alguien busca cambio, y frente a la ausencia de monedas se guarda una bolsa con gomitas para su hermana menor. Alguien se sumerge en un llanto. Una alcancía explota. Alguien nace y llena de luz.
Una mano escribe ideas locas, un amortajamiento empaña una mirada. Una canción libera un corazón. La melancolía llega a un cuarto, y alguien le abre la ventana. Una hoja cae vencida. Dos se olvidan del frío. Alguien duerme. Alguien piensa en los kilómetros. Tres carcajadas vuelan. Un mate se vuelve abrigo. Un brillo especial resalta un par de ojos, y alguien sonríe al notarlo. Alguien piensa en hablar y las palabras se petrifican en su garganta. Del otro lado del mar alguien sonríe entre recuerdos. Un libro, una carta, una foto.
Una pelea, dos heridas. Un beso, una ilusión. Una caricia. Un mundo nuevo. Alguien, lejos, piensa en volver. Alguien piensa en un rincón. Alguien cree no pensar. Dos párpados se visten de plomo. En algún lugar alguien llega y otro espera y alguien más prende un cigarrillo.

No importa que tan fuerte cerremos los ojos, la vida no duerme.

miércoles, 8 de junio de 2011

Sin mate, entre sombras de ayer

El último sorbo de mate, frío y pensativo, se mezcla con la hojarasca de tu voz, y yo con los bolsillos rotos, esperando el minuto en que esa sombra deje de no ser, que se vuelva al fin tangible.