sábado, 29 de enero de 2011

hey, soul sister...

Habrá que agitar los colores, abrir la jaula y aprender volar...
Qué torpe soy para despedirme sin un papel a mano. Tengo la suerte de que entiendas el idioma de miradas y silencios, que forman parte esencial en nuestro diálogo. Te quiero con toda el alma, y te deseo lo mejor con estos alemanes... Gracias, y nos vemos en un año!

Hasta pronto!

martes, 18 de enero de 2011

Básicamente así respiro

Creo que nunca me presenté más allá de mis delirios escritos... sepan que hay mucho más caos dando vuelta por los pasillos de mi vida. 


mi habitación, mi escondrijo.



mi compañera infalible


Un tanto disparatada la forma de presentar el último ataque artístico jaja


esta foto, al menos para mí, resume todo.


el caos de mi pieza!!!

Saludos, Anne.

viernes, 14 de enero de 2011

Como la cigarra

Una nota realmente maravillosa, en memoria de María Elena Walsh, a quien muchos la recordaremos en esas canciones que traemos en la piel desde los primeros pasos, y las primeras caídas.

"A ella fue que le dijeron que un ladrón es vigilante y otro es juez y que dos y dos son tres. Me lo transmitió entre sueños y muñecas cuando yo aún no tenía en claro ni el suelo que pisaba. Pero supe antes de conocer el color de mis ojos que debía cuidarme del vigilante y del juez y que nunca me iban a convencer de que la vida se siente y se vive con llaneza matemática.

El día en que me advirtió, con música festiva como para disimular, que mañana se lo llevan preso a un coronel por pinchar a la mermelada con un alfiler, supe que los monstruos a temer no eran los que yo imaginaba saltando de los roperos cuando me apagaban la luz o sacando por debajo de la cama una mano que me atrapaba las canillas. Los monstruos eran otros y estaban allí, en las esquinas confiadas y en los retoños de las revoluciones. Para cortar las cabezas de los sueños, una por una y en fila y dejar al futuro decapitadito y solo. Sin nosotros, todos mudos y desaparecidos. Pinchar a la mermelada con un alfiler era como asomarme la infancia al primer dedo de la perversidad. Cuarenta años después de que ella me lo dijera empezaron a llevarse presos a los coroneles y a los generales por torturas atroces que nacieron, acaso, desde el alfiler en la mermelada. Y terminaron en las parrillas humanas del infierno.

La amo por tantas cosas que entran en una cajita de fósforos. Que como todo sabio conoce, son infinitas e insondables. Por cascarrabias, por ermitaña, por negarse –con la dignidad opinable y ofendida con que lo hizo mi madre- a mostrarse en silla de ruedas por la vida. Por cantarme la infancia, la de mis amigos, la de los hijos de mis amigos, la de los nietos de mis amigos. Porque supo definir el corte brutal entre el amor y la preservación de la vida que impusieron los monstruos a golpe de guillotina: porque dijo que me duele si me quedo pero me muero si me voy. Y tantas veces también me moría si me quedaba. Me mataban si me quedaba. La amo por tantas cosas que le puedo perdonar sin un mínimo esfuerzo sus rabietas, sus renuncios, sus intolerancias, su ceño fruncido ante alguna reivindicación indiscutible.

Ella fue la que me contó una vez de una tortuga que quería hacerse un lifting en Europa por amor. Cuando nadie pensaba en plancharse el tiempo en la cara. Y ella tardó tanto en volver que el tiempo, pertinaz, le volvió al gesto resignado. Porque el tiempo es la marca implacable en la piel de las dudas, las tragedias y los mosaicos felices que pisamos.

Por eso le hacía decir a Osías –que así se llama mi propio oso dorado, sépanlo los que creen que los osos se marchan cuando una crece- quiero tiempo pero tiempo no apurado, tiempo de jugar que es el mejor. Por favor, me lo da suelto y no enjaulado adentro de un despertador. Los osos, es bueno revelarlo de una vez, se agrupan clandestinos alrededor de los niños que se mueren, de los que no alcanzan a vivir un año porque les faltó agua pura, leche, nutrientes y abrigo. De los que se caen como frutos tempranos en los arrabales de la tierra, en Misiones o en Formosa, en Salta o en Matanza. De los que aspiran bolsitas o los atrapa la policía, con la indefensión de la mermelada ante el alfiler. Ella, sin decir nada, hizo a Osías para pelusearles la panza cuando parece que el mundo es un ocaso inexorable y el país olvida a sus pibes alambrados afuera del porvenir.

Tan chiquita y debilucha era yo por los sesenta, cuando ella les advertía a las palomasque la Plaza de Mayo no es buen lugar,porque nunca se sabe cuándo va a desbandarlas el temporal. Les decía, a las pobres, que nunca aprendieron la lección, que el que vive por las cornisas temprano aprende a temblar. Como nosotros, las palomas se atrevieron a plantarse y a sobrevolar el peligro, aunque la rama de olivo y de laurel se les cayera sistemáticamente del pico cuando la tormenta se les venía encima. Ella les dijo allá, por los sesenta, que se fueron los cazadores y que ya nunca van a volver. Pero volvieron, volvieron tan feroces que la propia paloma sin olivo quedó crucificada en la pirámide y las viejas alrededor, de pañales blancos en la cabeza, resistiendo a los cazadores para que el regreso fuera, ahora sí, nunca más.

En realidad, todo este canasto de palabras es para aclarar que no me pienso creer ni loca lo que me mintieron en la radio. Si ella misma lo dijo y todos lo sentimos y lo cantamos y lo resignificamos para nuestra propia historia personal y colectiva. Si ella ya lo advirtió. Tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo estoy aquí resucitando. Yo canté con ella y me dije y me grité que gracias doy a la desgracia y a la mano con puñal porque me mató tan mal, y seguí cantando.

Porque ella nos convenció de que tantas veces nos borraron, tantas desaparecimos y volvimos después de nuestro propio entierro. Solos y llorando. Pero vivos. Con los harapos de los sueños y las revoluciones. Con los brotes en los huesos. Vivos y en pie. Cantando al sol."

Por Silvana Melo.

domingo, 9 de enero de 2011

Epitafio de Seikilos

ὅσον ζῇς, φαίνου, μηδὲν ὅλως σὺ λύπου•
πρὸς ὀλίγον ἐστὶ τὸ ζῆν, τὸ τέλος ὁ χρόνος ἀπαιτεῖ

"Mientras estés vivo, brilla; no dejes que nada te entristezca más allá de la medida
porque corta es la vida por cierto, y su retribución el tiempo exige."

El epitafio de Seikilos es un fragmento de incripicón epigráfica griega que fue hallado en una columna de mármol colocada sobre la tumba que había construído Seikilos para su espos Euterpe. La estela funeraria data desde el primer siglo después de Cristo, y contiene un manuscrito que constituye un ejemplo de la forma de composición musical griega, consagrándose como la melodía escrita más antigua que se conoce. Realmente bello.

miércoles, 5 de enero de 2011

Hipócritas al opinar ♫

No sé qué duele más, si saber que todas las palabras en las que confiabas estaban vacías y encadenadas a una traición; o que de la misma manera, en la otra punta, estaba tu amiga, ciega como vos... pasando por lo mismo que vos.

Digamos que no es un gran arranque del año, pero la verdad, sólo duele al principio... era hora del extirpe.


lunes, 3 de enero de 2011

Me acordé...

Me acordé de los días en los que el reloj dormía, de las tardes eternas, del pasto, la arena.

Me acordé de la música que sin buscar encontramos, de los días dorados, del frío ignorado. De las miradas, que en silencio entendían, de las risas más pavas que en clase surgían.

Me acordé de las noches mientras el resto dormía, de las cenas, las salidas.

Sin querer me acordé de peleas, de abrazos y lágrimas que disculpas clamaban. Me acordé de dibujos, de imitaciones, papelitos de conversaciones... y ahí nomás largué la carcajada.

Me acordé de esas palabras doradas, que atesoro en mi alma. de los consejos, de los bostezos, de los viajes, las canciones, los escritos, los caprichos..

Me acordé de las tortas deformes, de las pizzas caseras, las pelis, los gritos, y esas noches eternas. De los amargos entre el pasto, de las caminatas, las corridas, la ironía. de los llantos más tontos, y algunos otros vestidos de razón.

me acordé del sonido del piano, de la necesidad de esas notas...

me acordé del conser, y ese otro mundo que conocí.

me acordé, simplemente de lo que me hace bien.

de mis amigos, los de antes, los de ahora, los de siempre.