miércoles, 23 de junio de 2010

quizas sea el momento de levantar otro castillo

La luz de la mañana está lenta, como si los rayos que se escurrieron por la ventana se adhirieran débilmente a las cosas, que apenas lucen en su descanso. El frío abraza mi mente, y al compás del reloj, otro castillo se hunde tras la bocanada salina…el instante efímero de una ola destructora arrasó con un par más de ilusiones apiladas en los recovecos del alma, galería absurda de mi piel. Quizás ahora, que ya bajé los brazos, que no me quedan palabras, que excomulgué las ganas, sea tiempo de cambiar de mirada, de intercambiar con ojos que vean desde lo alto. Quizás sea el momento de escuchar decir que no importa el cielo, sino las nubes… Que no importa el mar, sino el susurro del viento; que no importan las hojas, sino su verde… y que a pesar de no verlo, el sol se siente… quizás sea hora, de escuchar sin hablar, sin importar el origen de las palabras… atraparlas antes de que salten, y entender que en realidad no importan las verdades, porque ya son ciertas.Y que si la vida se disfraza de bosque de algarabías, alguien me diga que con la energía del corazón puedo encender mi propia antorcha, que como alguna vez escribieron, la vida no se mide por las veces que uno respira, sino por aquellos momentos que nos dejan sin aliento. Quizás sea el tiempo de guardar silencio y escuchar, aunque no se sepa la génesis de aquel susurro; y traer otro balde de arena, que lo divertido es construir a contra reloj, y no el castillo en sí.


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